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OP ED: Si Trump pone trabas a la EPA, los pulmones de los habitantes de Utah pagarán el precio

Tribuna de Salt Lake
Por Matt Pacenza
6 de marzo de 2017

Demos un paso atrás en la compleja realidad de los problemas de contaminación atmosférica de Utah y un hecho es ineludible. Sin una actuación firme y coherente de la Agencia de Protección del Medio Ambiente de EE.UU. en las últimas décadas, la niebla tóxica que sufrimos durante las inversiones invernales sería mucho peor de lo que es ahora.

Es por eso que los habitantes de Utah y nuestra delegación en el Congreso deben resistir los esfuerzos de la administración del presidente Donald Trump para recortar los poderes y el presupuesto de la EPA en los próximos meses.

Los datos de las autoridades estatales muestran una tendencia a la baja de las emisiones totales en los valles del norte de Utah en los últimos 15 años. Es un dato impresionante y positivo, sobre todo si tenemos en cuenta el correspondiente aumento de población en el mismo periodo. En pocas palabras, a pesar de que mucha gente se muda aquí y nuestras familias crecen, estamos consiguiendo contaminar menos.

Ahora bien, aun reconociendo esas mejoras, es importante reconocer que todavía tenemos muchos días de aire malo. Aún no cumplimos las normas federales de calidad del aire, diseñadas para proteger la salud de nuestras familias y niños. Si no, que se lo pregunten a los médicos de urgencias, que ven aumentar considerablemente el número de pacientes cuando se disparan los niveles de PM2,5. Está claro que nos queda mucho trabajo por hacer, sobre todo porque nuestra población seguirá aumentando.

El éxito del pasado demuestra que las mejoras futuras son posibles. ¿Cómo hemos conseguido reducir las emisiones? Si profundizamos en los datos del Estado, la respuesta es clara. Nos hemos beneficiado de las medidas de la EPA.

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