Tribuna de Salt Lake
13 de marzo de 2017
Con una Administración y un Congreso tan hostiles a la idea de contar siquiera con una Agencia Federal de Protección del Medio Ambiente, la tarea de evitar que el aire y el agua nos maten recaerá probablemente en los Estados.
La legislatura de Utah, en la sesión que terminó la semana pasada, ha dado algunos pasos en esa dirección. Algunas de las más significativas se basan en medidas federales, pero demuestran que es posible que el Estado recoja la antorcha que dejen caer los federales.
La acción más importante en términos de dinero fue que los legisladores aprobaron un proyecto de ley para destinar la parte del estado del acuerdo de la EPA en el escándalo de fijación de emisiones de Volkswagen -unos 35 millones de dólares- a programas que reducirán las emisiones de los vehículos en el estado.
Dado que esas emisiones son una de las principales fuentes de la contaminación invernal que afecta a los pulmones, es lo que hay que hacer.
La Asamblea Legislativa también aprobó un proyecto de ley para ofrecer a las refinerías locales algunas exenciones fiscales -unos 4 millones de dólares en los próximos dos años- para que produzcan más de lo que el gobierno federal denomina combustibles de nivel 3. Se trata de un tipo de gasolina que emite mucha menos cantidad de contaminantes graves como azufre, óxidos nitrosos y compuestos orgánicos volátiles.
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